lunes, 8 de julio de 2013

Diario de un miliciano I

Introducción

Gabriel Guerrero Pérez , fue un miliciano de la CNT que luchó desde el primer día en la guerra civil española. Fue al frente voluntariamente, su única motivación era “defender el gobierno legítimo de la República”. Luchó en Barcelona, Madrid y Aragón contra un ejército mucho mejor preparado. Fue herido varias veces y vio morir a muchos camaradas. Fue hecho prisionero por el ejército de la República y condenado a treinta años de trabajos forzosos junto a otros compañeros. En un traslado fue abandonado por sus guardianes y en un gesto de heroísmo inexplicable, en vez de huir volvió al frente, totalmente desarmado, sólo con lo que llevaba puesto.
Al acabar la guerra vivió en el exilio. Atravesó la frontera francesa y fue confinado en varios campos de concentración. Se alistó en la Compañía de Trabajadores Extranjeros Voluntarios. Vivió en Francia diez años. De allí se trasladó a Sao Paulo, Brasil, donde aún vivía, con noventa y seis años, cuando su manuscrito cayó en mis manos hace ocho años.
Lo que sigue a continuación es una transcripción casi literal de un texto manuscrito de su puño y letra. Lo que me dejaron eran fotocopias, pero eso no le resta ni un ápice de valor documental. El único inconveniente es que, al ser fotocopia, en algunas hojas faltan una o dos líneas tanto al principio como al final. Se ha suplido con este símbolo (…)
Debido a que Gabriel perdió la costumbre de expresarse y escribir en español, su ortografía, su léxico y su sintaxis no son muy correctos. El texto está escrito en una mezcla de español y portugués muy difícil de entender a veces, por lo que la labor de transcripción no ha sido fácil, aún así, se ha procurado ser lo más fiel posible al original. No se ha intentado darle un aire literario, entre otras cosas, porque hubiera perdido su autenticidad. Sólo se ha intentado hacerlo lo más legible posible, traduciendo algunas palabras y dándole un mínimo sentido sintáctico. Tampoco se ha intentado corregir los datos que él expone (sólo los topónimos y con la única intención de escribirlos correctamente), por lo que si algunos de ellos son inexactos, se ha de interpretar como una mala pasada de su memoria. Lo único que se pretende con esta transcripción es dar a conocer un texto con un gran valor documental, pues nos enseña las vivencias en primera persona de alguien que arriesgó todo lo que tenía , incluso su vida, por defender un gobierno legítimo, y lo único que se llevó cuando cruzó la frontera el 7 de febrero de 1939, tal como él dice, fue “una camisa casi rota y unos pantalones en el mismo estado”.
La historia de Gabriel es una más de las muchas que vivieron miles de combatientes y exiliados republicanos a los que nunca podremos agradecerles y, aún menos, compensar su sacrificio. Sirvan estas líneas como homenaje a todos ellos.


1ª Parte: La Guerra Civil (1936 – 1939)

El comienzo

Las principales causas de la sublevación: Las Juventudes Falangistas y los Carlistas de Navarra contra la República. El asesinato en Madrid del teniente Castillo de la Guardia de Asalto. La venganza de la misma contra el jefe de la Falange, Calvo Sotelo, también asesinado en Madrid pocos días después. Después de unos días de sublevó el general Francisco Franco, gobernador militar de las islas Canarias. El 18 de julio de 1936. La noticia se dio en España la noche del día 18 que era sábado. En aquel momento yo estaba en el teatro. Sería las diez y media de la noche cuando los sindicatos se lanzaron a la calle a buscar armas. La lucha comenzó el día 19. Muchos cuarteles se sublevaron tanto en Barcelona, donde yo estaba, como en otros lugares del territorio español. Quien mandaba en los cuarteles (…)
(…) Barcelona, la revolución en acción. Hubo enfrentamientos del ejército, policía, carabineros y, la mayor parte, voluntarios del pueblo. Los principales combates fueron en la Plaza de Cataluña, Plaza de Colón, cuarteles de Atarazanas, Paralelo, puerto, Plaza de España, Diagonal y Paseo de Gracia. Estos fueron los principales focos de resistencia, donde quedaron centenares de cadáveres por todas partes. Francisco Ascaso también cayó en el cuartel de Atarazanas, próximo a Colón. Yo fui herido el día 22, tres días después de comenzar, en el ojo derecho. Reventó el fusil. Continué en la lucha con el ojo tapado, sin operar, a base de agua oxigenada. Era más curativo, pero la metralla continuaba clavada en el cristal del ojo. Después de Barcelona fueron pueblos como Granollers, Badalona y otros muchos de la provincia: Sabadell, Tarrasa, Manresa, Molins de Rei, Mataró, Suria, Vic, Cardona.
(…) la revolución, en un principio, fue voluntaria, para defender el gobierno legítimo de la República. Fui uno de tantos miles de voluntarios que se lanzaron a las calles de Barcelona y el resto de España. Casi todos los soldados del ejército habían sido desmovilizado, mandados para sus casas. Todo era a base de voluntarios, guardias de asalto y carabineros de la Guardia Civil. La mayoría apoyaba a Franco.

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