lunes, 9 de agosto de 2010

Relato de un verano aburrido (7ª Entrega)

LAS GEMELAS

La masía pertenecía a la familia Masoliva, que también era la propietaria de las tierras del valle y parte de algunas montañas colindantes. Unas 40 hectáreas en total. Además de las tareas agrícolas básicas, su principal sustento se lo debía a la explotación ganadera. Sus orígenes se remontaban al siglo XVI, cuando desapareció la organización feudal y los masoveros pudieron independizarse y trabajar sus propias tierras.

Las gemelas nacieron en 1841. Una se llamaba Virtuts y la otra Dolors. A pesar de ser gemelas y estar siempre juntas, tenían un carácter totalmente diferente. Virtuts era alegre, risueña, extrovertida, simpática. Sabía ganarse el cariño y la confianza de la gente. Dolors era arisca, seria, introvertida, antipática. A la única persona que le permitía entrar en su territorio era a su hermana. Como todos los gemelos, tenían una complicidad difícil de entender para los demás. Solían subir a la buhardilla de la casa a jugar. Aquel sitio era su universo particular. Se pasaban horas entre los muebles y trastos que allí guardaban.

Todo lo que hacían lo planificaban y ejecutaban juntas pero, para los demás, lo bueno era cosa de Virtuts y las travesuras era cosa de Dolors. Hasta que un día del mes de julio, más concretamente el día de Santiago Apóstol, ocurrió la tragedia.

Estaban las dos en la buhardilla y sus padres se extrañaron que tardaran tanto en bajar. Subieron y se encontraron a Virtuts sentada al lado de su hermana que estaba tumbada encima de un viejo baúl boca arriba. Virtuts le hablaba pero Dolors no decía nada. Estaba pálida y con los ojos abiertos mirando fijamente el techo. Llevaba tres horas muerta. El médico forense dictaminó que la causa de la muerte había sido por asfixia. Por más que le preguntaron a Virtuts, ésta no supo ni pudo explicar qué había ocurrido. Lo vieron normal y lo achacaron al shock que había recibido.

Virtuts siguió subiendo a jugar sola a la buhardilla. La oían hablar y reírse, todos pensaban que echaba de menos a su hermana y que se resistía a olvidarla. Trataron de explicarle que Dolors ya no estaba allí, pero Virtuts, con una sonrisa encantadora, decía que sí, que su hermana jugaba con ella. Pensaron que con el tiempo se le pasaría, pero ese tiempo duró justo un año. El mismo día de Santiago Apóstol del año siguiente, la encontraron colgada de una viga, tenía el baúl donde encontraron a Dolors a sus pies. Los agentes judiciales por más que interrogaron a todos los habitantes de la casa, no pudieron explicar cómo una niña de diez años pudo, ella sola, atar la sábana a la viga y colgarse. Otro trágico accidente. Desde aquel día la buhardilla permaneció cerrada y nadie volvió a entrar en ella. De vez en cuando se oía ruidos extraños, sobre todo cuando se acercaba el día de Santiago Apóstol. Su madre perdió la razón y a partir de entonces deambulaba por la casa y aparecía escondida en los sitios más insospechados, los demás habitantes no ganaban para sustos. Con el tiempo, su padre vendió la casa y ya nunca más quiso saber nada de ella.

En cuanto al baúl, mandaron quemarlo, pero el payés que lo tenía que hacer lo dejó escondido en el granero. Allí estuvo durante años hasta que Mortimer lo encontró y lo colocó en el zaguán de entrada a la casa.

¿A DORMIR?

Cuando Morticia acabó de contar la historia, se iba a dar media vuelta para irse cuando alguien le preguntó con un hilo de voz, ¿qué número de día es el de Santiago Apóstol? El día 25 de julio, dijo indiferente Morticia, luego dio media vuelta y se fue. Todos se quedaron mirando fijamente el lugar donde había estado Morticia, estaban a 25 de julio. Tenían el rostro pálido y los ojos fijos en el hueco que había dejado la vieja, parecía que se habían quedado petrificados, si a más de uno lo hubieran pinchado con una aguja, no habrían dicho ni pío ni le habrían sacado una gota de sangre. El Jefe pensó, Esther y su maldita manía de preguntar. Como si lo tuvieran preparado, todos giraron la vista hacia la escalera de la buhardilla, luego se miraron entre ellos. Nadie decía nada, hasta que Esther rompió el silencio. Oh, pobrecillas, que historia más triste. ¿Triste? acojonante diría yo, apuntó El Pitufo.

Todos se quedaron en el pasillo, nadie se decidía a irse a las habitaciones. Martín, que parecía el menos afectado por la historia de las gemelas, fue el primero en decidirse. Bueno, yo me voy a la piltra. Los demás lo miraron admirados, pues era el único que esa noche dormía solo. Poco a poco los demás lo imitaron. Paca y Jorge a su habitación. Albertojendrix y Marysun a la suya. Esther, Reyes y Pilar a otra. Superjulio y Tano a la de la pata de conejo, la más cercana a la buhardilla y El Jefe y El Pitufo a la suya, a la de la foto de Manson-Rasputín. Albert El Artista se fue a la suya, ya hacía rato que había acostado a Jan.

Para las parejas, evidentemente, no había problemas y para las tres mujeres que dormían juntas y Albert, tampoco. Pero para los hombres que tenían que compartir habitación ya era otra cosa, eso de desnudarse delante de otro tío no es que les hiciera mucha gracia. Tano dormía con calzoncillo de los de toda la vida, de esos blancos con la abertura por delante para sacar la picha, era el que menos complejos tenía. Se desvistió y se acostó. Superjulio se había traído pijama de pantalón largo. Se lo puso y también se acostó. El Jefe aprovechó que El Pitufo fue a mear para quitarse los pantalones y quedarse en slip. Se puso una camiseta y se metió rápidamente en la cama. Su compañero de habitación regresó y sacó de la maleta un calzoncillo largo de franela con abertura trasera. Dijo que se acostumbró hace tiempo a dormir con él y si no se lo ponía no podía coger el sueño. El Jefe miró hacia el lado contrario cuando se lo puso, no le apetecía nada verlo con esa prenda. El Pitufo se acostó también, se desearon buenas noches y se dispusieron a dormir.

Todos estaban agotados, pero algunos no podían olvidar la historia de las gemelas. El Jefe siempre se había declarado agnóstico. No creía en cosas metafísicas, no creía en dioses, divinidades, espíritus, fantasmas, duendes ni demás fenómenos sobrenaturales ni paranormales, ni en poderes de la mente. No creía en el más allá ni más acá y negaba la existencia de seres de otros planetas. Pensaba que los videntes, médiums, sanadores, curanderos, adivinadores del futuro, echadores de cartas y demás especie, sólo eran unos farsantes que se aprovechaban de la desesperación, ignorancia y necesidad que tenían algunos de creer en algo. Desde que el hombre empezó a tener conocimiento de las cosas que le rodeaba, tenía que buscar alguna explicación a lo que no entendía: ¿por qué llueve, porqué crece las plantas, porqué morimos? Entonces se inventaron los dioses, esos seres que nadie veía nunca pero que eran los que causaban todos esos fenómenos. Pensaron que si esos entes eran los que causaban esas cosas, si les pedían algo, como que se diera bien la caza, por ejemplo, quizás se lo concederían y lo adornaron con rituales y sacrificios. Ahí empezó todo, la ignorancia y la superstición hizo el resto.

Por eso, aunque no quería creer en nada de esas cosas, la historia que les contó la vieja lo había dejado un poco acojonado. La buhardilla estaba encima de ellos. Además, había visto la imagen de las gemelas y pensaba que había que ser muy poco sensible para no sentirse un poco cohibido por aquella visión. Aunque pensó que cómo era entonces posible que Jan se quedase igual y no se hubiera echado a llorar. Será porque los niños son unos insensatos insensibles. Y sólo le faltaba la foto del tipo que se parecía a Rasputin y Charles Manson encima de su cama. Hoy es 25 de julio, día de Santiago Apóstol, pensaba, no podía quitárselo de la cabeza. Venga va, déjate de historias e intenta dormir.

De pronto, se oyó como una especie de rozadura en el techo, como si alguien arrastrara algo. Escalofríos por todo el cuerpo. No es posible, seguro que hay ratas. Claro, tanto tiempo cerrado es normal. Un pequeño golpe. Más escalofríos. Los oídos alerta. Nada, parece que ya no se oye nada. Una especie de gemido quejumbroso. ¡Cojones! ¿has oído eso? le preguntó a El Pitufo. Leches tío, pensaba que eran cosas mías, le contestó. Estuvieron quince minutos sin decidir qué hacer, pero ya no pudieron más, se habían desvelado y sabían que no iba a poder coger el sueño. Se levantaron y El Jefe no pudo reprimir una risa cuando vio a su compañero con el calzoncillo largo. También se lo ponía por encima del ombligo, como los pantalones. ¿De qué te ríes ahora? preguntó mosca El Pitufo. Salieron al pasillo y al momento salieron también Tano y Superjulio, que parecía que estaban esperando a que alguien diera el primer paso para decidirse ellos. También decían que habían oído algo. Tano tampoco se había molestado en ponerse pantalones. Pues yo creo que he oído como se abría la puerta de la buhardilla,incluso ruidos en las escalera, pero no me he asomado por si acaso. ¡Anda ya!, no has oído a Morticia que esa puerta lleva ciento de años sin abrirse. Además, con las cerraduras y cadenas que tiene habrían armado un jaleo considerable, argumentó El Pitufo. Los demás, o estaban ya dormidos o no habían oído nada. Esto último podía ser debido a que lo que hubiera causado el ruido lo había hecho justo encima de sus habitaciones. ¿Qué hacemos? preguntó Tano, no nos vamos a quedar en el pasillo toda la noche. Pues vosotros no lo sé, pero yo me voy a dormir al sofá. Al menos allí no creo que se oiga nada. Dijo con audacia El Pitufo. A ver si ha sido verdad que se ha dado un golpe en la cabeza, pensó El Jefe. ¿Estás seguro? le dijo. Tío, yo aquí no duermo. Entró en la habitación, cogió una manta y se fue para abajo.

Tano, Superjulio y El Jefe, se quedaron mirándose unos a otros indecisos. Pues lo mismo no es mala idea, al menos allí no se oirá nada, dijo el primero. Se lo pensaron y decidieron coger los colchones de las camas y unas mantas y bajar al salón. El Jefe no estaba muy convencido, pero por nada del mundo se iba a quedar solo.

En el salón, El Pitufo se estaba acomodando en el sofá. Los demás echaron los colchones al suelo entre la mesa y la chimenea. La lumbre aún aguantaba y algo de calor daría. Era verano, pero en aquella montaña por la noche hacía frío.

Superjulio miró hacia la cocina y le pareció ver una leve luz a través de la rendija de la puerta. Se lo dijo a los demás. El Pitufo, que era chafardero por naturaleza, les dijo que quizás sería conveniente ir a ver. Tío, ¿no has tenido suficiente con lo del garaje? le dijo El Jefe. Pero no hizo caso, se levantó y se acercó a la cocina. Tano y Superjulio tampoco pudieron resistir la tentación y fueron tras él. El Jefe, más por no quedarse solo que por convencimiento, los imitó.

Se acercaron sigilosamente, en fila india, todos detrás de El Pitufo pues, como era el más alto, los demás pensaron que sería un buen parapeto. Iban agarrados unos a otros. Conforme se acercaban notaron un olor peculiar y unos susurros. La puerta estaba apenas abierta unos centímetros. Miraron por la rendija y no supieron bien cómo interpretar lo que vieron.

13 comentarios:

  1. Como ya la tengo acabada, me la he imprimido y me estoy dando cuenta que hay pequeños fallos, sobre todo en la puntuación. Esta es la primera versión tal como salió cuando la escribí, espero que seáis comprensibles.

    Y luego o quería hacer una consulta sobre una duda que tengo: Desde el principio dudé de ponerle comillas a las frases que dicen los protagonistas, para diferenciarlas del relato, pero creo que eso quizás le quita algo de frescura y dinamismo, que lo hace más academico. ¿Vosotros cómo lo véis?

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  2. Yo la veo muy bien como está. Acabo de llegar del fin de semana y me he leido las últimas tres entregas de golpe. Sigo encantado con la historia

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  3. Que como lo veo?

    Perfecta, ni se te ocurra tocar nada, me las bebo como si fuesen los titulares del marca un lunes después de haber ganado el Betis el domingo :-))))

    Claro que de eso hace tanto.... que ya ni me acuerdo :-))))

    Genial Antolín, genial, además nos dejas siempre con las ganas ... joio :-)))

    Un abrazo

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  4. Perdón a los que ya lo hayáis leído, pero he rectificado unas líneas. Era necesario para que cuadrase con algo que se desvela más adelante. Es lo que he marcado en negrita.

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  5. Joder Antolin, pon pronto la 8ª que me estoy cagando de miedo ya.. jejeje
    un abrazo

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  6. ¿Cuantas veces te la has (hemos) leído?
    Tu eres el autor, tu decides lo que está bien o mal, cambiar o dejar como estaba.
    ¿Te digo que me parece bien o no hace falta?

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  7. Esther, ya sabes que soy el rey del "yo me lo guiso yo me lo como" Las dudas están despejadas y lo que había que corregir ya está corregido.

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  8. Tal y como dice Ducky, tú decides cómo lo haces, sólo faltaba que nosotros te digamos como tienes que escribir, editar o lo que sea.
    A mi me está de cojo...s, me lo leo del tirón y casi sin respirar.
    Lo del calzoncillo con abertura trasera será para cagar sin bajarselo por el frio, digo yo ¿ No ?
    Ganas tengo de saber qué vieron en la buhardilla

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  9. Ricard, me parece que te estás dejando llevar por tu imaginación (como los protagonistas de la historia). En la buhardilla no, en la cocina :-))

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  10. Perdón, es que me gustaría ver esa buhardilla y me he dejado llevar, como Ricard.
    Ahora voy a leer la 8ª entrega.

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  11. Ups, lo siento, me refería a ti, perdona.

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  12. Yo ya lo veo bien, como esta ahora !!! Se pone muy interesante, por cierto, cuanto valiente estoy viendo :-)

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  13. El primer capitulo es total, empieza despacio, sin prisas, sin complicaciones y va tomando carrerilla, cogiendo forma, con esos despuntes de humo verdadero que tanto admiro en ti (aun recuerdo tu comentario a la foto del arreglo del desagüe, cuando estoy de bajón la leo…..jjajajajaj…. me da vida).

    Jajajaja….. la segunda entrega es soberbia, no he parado de reírme, muerte es perfecto, pero madre muerte es increíble, he despertado de la siesta a mi mujer y los niños han entrado corriendo para saber porque me reía tanto….. es salvaje….jajajajjajajajja, en dos días curro, pero me has quitado toda la mala leche….jajajajajja.

    Amigo, después de leer la 3 entrega deberías pensar en serio en empezar a escribir…..es fascinante, el humor sigue ahí, pero la descripción de lo que piensa madre muerte sobre la gente de ciudad y el movimiento de los personajes del grupo es muy bueno.

    Jooooo, estoy en la cuarta y solo de pensar que me queda menos de la mitad me pongo de mala leche……. Debería tener unos 30 o 40 capítulos…..jajajajjaja.
    Me mola muchísimo como vas desgranando la información de cada uno de los personajes. Recuerdo tus buenísimos macros y pienso en el esfuerzo que te debió dar realizarlos…..jaajjaja…. eres fotógrafo de ciudad….jajajjajajaja….. y se nota en este relato.
    La pareja muerte y madre muerte ….. insuperables….jajajajjajajajjaja

    Jajajajaajja….. en la 5 mantienes la tensión….. espectacular….. que bien me lo hubiese pasado en esa fiesterilla vuestra….jajajajjaja

    No puedo dejar de leer, y ya solo me queda una…… es grandioso, ya os imaginaba a todos desmembrados…. Al pitufo seguro….jajjajajjjaja….. aunque la historia de las gemelas sera espectacular…. Seguro que si….. voy a por ella.

    Uffffff……. Tio te pasas, que pasada, siempre como los capítulos de teleseries de nuestra época, cierras en máxima tensión y nos dejas en una espera eterna, es una historia alucinante, llena de imaginación que nos tiene enganchadísimos.
    Sobre tu pregunta, yo la dejaría como esta, para mi es perfecta.

    Cuando la próxima…..jaajjajjajjaja….. veo que ya, me descargo la 8 y el inciso…..jajajajajajaja

    Un besarraco ErJefe

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