Qué quieren, dijo Morticia secamente mientras miraba extrañada como uno de aquellos raros había acercado la cámara a una mosca que había posada encima del mantel de la mesa. Están locos, pensó. No, es que habíamos pensado salir a dar un paseo por los alrededores y le agradeceríamos que nos explicara si hay algo interesante para visitar. ¿Algo interesante?, preguntó Morticia. No entendía qué significaba para aquella gente algo interesante. Aquí sólo hay montaña y bosques. Sí, no sé, algún paraje peculiar, alguna montaña chula o un río bonito. ¿Paraje peculiar, montaña chula, río bonito?, definitivamente la gente de ciudad era muy rara. Normalmente les doy a los huéspedes un mapa de la comarca donde hay algunos sitios con nombres, lo mismo eso es lo que quieren. Ahora traigo uno. Fue al “despacho” y volvió con un mapa editado por n palideciendo. Menos Albertojendrix, que miraba el mapa pero no lo veía. Estaba dándole vueltas a dónde leches había puesto la tarjeta de memoria que traía de repuesto, estaba seguro de que la puso en la bolsa de la cámara, pero allí no estaba, quizás se la había metido en el bolsillo del pantalón, pero si tampoco estaba allí quizás es que se la dio a Marysun para que la guardase junto al cargador de la batería. Aunque ahora no le haría ascos a un güisqui y se pensó si subir a la habitación a por una de las botellas que había traído. Pero mejor seguir con el rollo oscuro, aquella casa le podía dar mucho juego. ¡Ah!, y no se le tenía que olvidar preguntarle a Albert El Artista como hacía él para sacar esas texturas, le molaban un montón. Así de dispersos tenía los pensamientos.
Los demás nombres del mapa no eran muy tranquilizadores: Coll del Mort, Font del Ofegat, Vall de les Ànimes, Riera Matahomes, Cova del Captallat, Ermita del Sant Suplici. Y todos esos nombres ¿porqué se los pusieron a esos sitios? Preguntó Reyes. Que por qué, qué, dijo extrañada Morticia. Sí, que si se los han puesto por poner o por algo especial. Todos los nombres se ponen por algo ¿no? Morticia no acababa de entender a esa gente. El Coll del Mort porque encontraron a un pastor que hacía semanas no se sabía nada de él. Estaba tieso como un palo, pero tieso literalmente. Lo encontraron de pie, apoyado en el cayado, por donde entró el rayo que lo fulminó. Font del Ofegat porque un huésped de la masía se ahogó en una poza que no hacía más de un metro de profundidad, nadie se explicó cómo pudo ser tan torpe. El Vall de les Ànimes, porque todavía hay quien cuenta que
¿Y usted que nos recomienda visitar?, preguntó Paca. ¿Yo?, para mí todo es monte, ustedes sabrán, contestó Morticia. Vamos a ver, ahora podemos pasear por aquí cerca y ver los alrededores y mañana podemos ir al río y acampar por allí y luego subir a
Bueno va, vamos a dar una vuelta por aquí cerca y mañana nos vamos a la ermita. Al menos podremos fotografiar algo en condiciones, zanjó El Jefe. Pues yo no estoy de acuerdo, El Pitufo y su manía de tocarle las pelotas. Creo que mejor podríamos dar una vuelta a lo largo del río, por lo visto en el mapa hay un camino que lo sigue hasta bastante arriba. Además, no sabemos cómo está de alta la ermita y llegar allí puede ser mortal. Empezó una acalorada discusión y cómo ya se conocían la situación, decidieron votar. El Jefe maldijo de nuevo la puta democracia. A favor de la ermita: El Jefe, Albertojendrix, Tano, Marysun,
El Pitufo había perdido, lo que para El Jefe supuso una gran satisfacción. Tenían una guerra de egos encubierta. No es que El Pitufo no estuviera de acuerdo con algunas de las decisiones de El Jefe, es que le reventaba darle la razón. Tenía ancestros gallegos, por lo tanto era muy cabezón y pensaba que sus argumentos eran inapelables y no entendía que los demás no lo vieran igual. Lo malo es que El Jefe pensaba lo mismo. Además, había otro motivo: le gustaba chincharle, disfrutaba un huevo. El Pitufo estaba acostumbrado a negociar con gente dura de mollera y tomar decisiones. Eso de acatar las de otros no iba con su forma de ser. Era un lumbreras en lo suyo y tenía una mente privilegiada para las cosas de las moléculas y la ingeniera nuclear. Era miembro del Comité de Estrategia Científica del CINCP (Centro de Investigación Nuclear y Cosas Parecidas). Era experto en radiaciones ionizantes y desarrollos de técnicas dosimétricas. Quería transformar las universidades a través de algo llamado TIC, que nadie sabía muy bien qué era. Tenía varios libros publicados que quizás alguien compró alguna vez. Había publicado varios artículos en revistas especializadas y dirigido tesis doctorales. Siempre que le hacían alguna entrevista para un medio de comunicación, explicaba algo sobre un martillo que nadie entendía qué quería decir. Pero luego, para otras cosas, mejor dicho, para todo lo demás, era un desastre. Tardó diez años en montar el cubo de Rubik, se empeñó en acabarlo y terminó en una clínica de rehabilitación, pues cuando consiguió resolverlo se sintió muy vacío. Hacía un sudoku de nivel sencillo a la semana, pero no es que hiciera uno en un momento y ya no hacía más, es que se tiraba toda la semana con el mismo, una media de tres cuartos de hora al día. Por más que le explicaran el movimiento del caballo de ajedrez: dos para adelante y una hacia un lado, o una hacia un lado y dos para adelante, no había manera. Lo tuvo que dejar por imposible, decía que lo suyo era las damas. Pero si había algo que a El Pitufo le gustaba era el Tom Tom, le fascinaba ese aparato y sentía algo muy especial cuando
El caso es que, según el escrutinio, ganó la opción de El Jefe, que esa noche iba a dormir algo mejor.
Bueno, entonces mañana vamos a la ermita y esta tarde qué hacemos, preguntó Jorge. Ya hemos dicho que vamos a dar un paseo por aquí cerca ¿no?, apuntó
EL PASEO
Cogieron las cámaras y salieron de la masía. Fuera, sentado en un tocón, estaba Mortimer afilando la guadaña. Lo hacía con esmero, con cariño. Piedra arriba, piedra abajo. Primero por un lado, luego por otro. La hoja relucía y no tenía una sola mella, se notaba que la cuidaba. Eso y que era un experto, nunca le daba a nada que no fuera algo susceptible de ser cortado. En cuanto vio salir al grupo, le dirigió una oscura mirada a El Pitufo, que trató de disimular, pero no pudo evitar tropezar con una pequeña losa que sobresalía del suelo del porche.
Se dirigieron hacia el camino por donde habían venido con los coches, poco antes habían visto un gran prado de hierba verde y una pequeña caseta de pastor. Pilar quería aprovechar para recoger algunas plantas para hacerse infusiones naturales y también quería buscar muérdago, por aquello de que la consideraban la planta de la buena suerte. Para que nos vaya bien el fin de semana, decía.
El paseo hasta el prado duró poco más de media hora, lo que, al ser llano, no supuso un gran problema para la mayoría. Estaban acostumbrados a patearse la ciudad en las múltiples salidas fotográficas que hacían. Solían quedar de vez en cuando para verse, hacer fotos y tomarse unas cañas con patatas bravas. Se lo pasaban bien a pesar de las diferencias de carácteres y las reuniones solían ser divertidas y, menos el pique Jefe-Pitufo, no solían tener roces ni discusiones. Pero una cosa era verse un rato y otro convivir juntos durante un fin de semana.
Todos iban a lo suyo, algunos, sobre todo las mujeres, iban charlando animadamente. Martín siempre se quedaba atrás porque no paraba de hacer fotos. Veía una flor y le daba mil vueltas hasta que quedaba satisfecho. Jan corría por todos lados, su padre le dejaba hacer mientras estuviera a la vista. Tano y Superjulio, con eso de que les había tocado compartir habitación, no se separaban. Albertojendrix y El Jefe miraban alrededor y no veían un solo motivo para hacer una foto, sólo había árboles y montañas por los cuatro costados. En la ciudad no paraban, lo fotografiaban todo, pero aquí como que no se sentían en su elemento. El Pitufo y Jorge hablaban sobre aparatos electrónicos. Jorge era un auténtico experto. Ya de joven se hizo con una de las primeras guitarras eléctricas que se vendieron en el país, ante la desilusión de su padre, que no entendía que le gustase más aquel aparato infernal que una auténtica guitarra española para tocar fandangos. También había sido de las primeras personas en tener ordenador personal: Un Comodore Pet y unMark-8 Altair, para él el MS-Dos supuso todo un descubrimiento. Con la llegada del video se decantó por el sistema Beta, ahí no tuvo muy buen ojo. Fue uno de los primeros en jugar con los Atari. Tuvo uno de los primeros teléfonos móviles que salieron al mercado, aquellos que pesaban casi un kilo. Le fascinaba todo lo que empezaba por I- Tenía un Ipad, un Ipod, un Imac, un IPhone. Además era el que más entendía de programas de retoque fotográfico. Tenía todos los plugins y filtros que existían para Photoshop. Ahora le estaba explicando a El Pitufo algo sobre capas inteligentes y niveles de contraste, junto con máscaras de capas con desenfoque gaussiano al 5% de radio, mezclado con el canal RGB, añadiéndole otra capa para conseguir un efecto suave sólo en el fondo con la herramienta varita mágica. El Pitufo se había perdido en la segunda frase, pero por no quedar como más torpe decía que sí a todo.
Llegaron al sitio y se dirigieron a un montón de piedras que algunos usaron como asientos. El cielo no acababa de despejarse, pero la tarde era agradable. Corría una pequeña brisa que traía los olores a hierba fresca de la montaña.
A la mayoría se les quitó las ganas de campo y decidieron volver a la masía. Además, el aire empezaba a ser un poco fresco y las nubes no dejaban pasar ni un rayo de sol. Muchos iban vestidos como si se fueran a dar un paseo a la orilla del mar: con sandalias, camisetas de tirantes y bermudas. Se notaba que no estaban muy puestos en eso de “ir al monte”. Deshicieron el camino de regreso y encontraron a Mortimer en la misma posición y con la misma tarea que lo habían dejado. Volvió a dirigir la misma mirada oscura a El Pitufo. Éste hizo todo el trayecto, desde que lo vio, mirando hacia el lado contrario.
La primera experiencia campestre no había sido muy agradable, pero tenían más días por delante y esperaban mejorarla. Algunos pensaban que sólo se trataba de aclimatación. Llevaban allí pocas horas y era cuestión de cogerle en punto a todo eso. Seguro que mañana hace un sol esplendido y nos va de maravilla, ya veréis, dijo optimista
Antonio:
ResponderEliminarCan la Penjada: Casa de la Colgada
Coll del Mort: Monte del Muerto
Font del Ofegat: Fuente del Ahogado
Vall de les Ànimes: Valle de las Ánimas (esta es fácil)
Riera Matahomes: Riera Matahombres
Cova del Captallat: Cueva de la cabeza cortada
Ermita del Sant Suplici: esta también es fácil
:-)))
Pues yo le hubiera hecho una foto a la cabeza de la vaca, un tétrico bodegón de naturaleza muerta.
ResponderEliminarHala, a por la 5ª entrega.
Saludos, Antolín.
Magandito ( Juan Pedro )
Me la bebí de un tirón ayer en la playa y mira que quería dejar esta entrada para leerla tranquilamente en casa, pero era superior a mis fuerzas el MobileRSS, me avisaba siempre que abría el móvil diciéndome... tienes una entrada sin leer, así que fue superior a mis fuerzas.
ResponderEliminarY hasta ahora no he podido comentar.... me tienes enganchaito jejejejejeje
Ya me he leido tambien la 5ª y me tienes en ascuas a ver que le pasa al ca..n del pitufo :-)))
Que lástima de la foto (a la cabeza de la vaca), de verdad que hubiera sido una pasada ;-)
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