miércoles, 11 de agosto de 2010

Relato de un verano aburrido (9ª Entrega)

DIA 2

BUENOS DÍAS

Reyes, Esther y Pilar creían que habían sido las primeras en despertase, pero Martín ya hacía rato que estaba levantado y haciendo fotos a los muebles de su habitación, se había empecinado en retratar una silla en diferentes posiciones. Se dieron los buenos días. Las mujeres fueron en turnos al lavabo a echar una meada y volvieron a coger toallas para ducharse. Vieron las puertas de las habitaciones de Tano-Superjulio y El Jefe-El Pitufo semiabiertas pero no les extrañó.

Eso de que sólo hubiera un baño era un verdadero problema. La ducha al menos era amplia y se podían duchar dos personas juntas. Podemos ducharnos dos de nosotras juntas, así ahorramos tiempo y agua. Esther siempre pensando en los demás. Decidieron ducharse juntas ella y Pilar.

Esther era así de naturaleza, lo hacía de corazón, porque le salía de dentro. Hay personas que actúan pensando en lo que dirían los demás, hacen las cosas para quedar bien o ser correspondidos, ella no. Quería a sus amigos, pero mucho mucho. Alguna vez su forma de ser le dio algún disgusto porque algunos malinterpretaban sus muestras de afecto. Era de aquellas personas que pensaban como Rousseau, es decir, que creían en la bondad del ser humano por naturaleza. Pero siempre hay algún gilipollas por ahí suelto. Era una entusiasta, todo la ilusionaba. Se lanzaba a cualquier actividad con una ilusión inusitada. Si alguien proponía algo, ella, a los dos minutos, ya estaba haciendo planes colectivos y luego se llevaba el chasco porque los demás no le seguían el ritmo o esos planes no entraban dentro de sus esquemas o bien ni siquiera se lo habían planteado. ¡Qué bien, que güai!, era su frase preferida. Los demás, al principio, no entendían tanto entusiasmo, pero pronto empezaron a aceptarla tal como era, no les quedaba otra y además se hacía querer. Pero, a veces, se comía el tarro si detectaba que los demás no le seguían el entusiasmo y empezaba a darle vueltas a lo que había dicho o hecho, cuando la mayoría de las veces simplemente era que los demás estaban en otra onda.

Ese mismo entusiasmo y la manía de lanzarse a hacer las cosas sin red, también le jugaba malas pasadas. Ella actuaba por impulsos, sin pararse a pensar previamente en las consecuencias de sus actos. Lo hacía de buena fe, como todo, pero los demás o malinterpretaban sus intenciones o simplemente era que había metido la pata inconscientemente y eso le afectaba mucho.

Lo que más le gustaba era quedar con el grupo, disfrutaba en su compañía se le veía feliz. Con ellos se olvidaba de los palos que le daba la vida. Porque, entre otras cosas, era un poco gafe, todo le pasaba a ella. Pero se lo tomaba con filosofía.

Después de ducharse Esther y Pilar, entró Reyes. Entretanto Jorge y Paca también se habían levantado y vestido. Paca pidió ir al baño y Reyes la dejó entrar mientras se duchaba. Jorge, como ya se había duchado hacía dos días, dijo que hoy no toca. Paca aprovechó para ducharse en cuanto acabó Reyes.

Poco a poco el grupo fue recobrando la actividad. Marysun, Albert y Jan también se levantaron. Albertojendrix seguía durmiendo. Según Marysun, si no lo despertaba podía quedarse en la cama hasta la hora de comer. Albert dijo, Jan ¡al ataque! El chaval cogió carrerilla y se lanzó sobre Albertojendrix que roncaba profundamente. Cuando sintió al crío caer sobre él, pegó un gran respingo gritando, ¡coge los discos! Estaba soñando y pensaba que se hundía el techo de su casa.

Reyes, Pilar y Esther, como ya se habían duchado, bajaron al salón y se quedaron asombradas con la imagen que vieron sus ojos. El Jefe estaba tirado en el suelo, fuera del colchón, con camiseta y slip. Tano roncaba tumbado sobre un colchón. Se había destapado a causa del calor de la chimenea y de la queimada. Su imagen, con el calzoncillo blanco con abertura delantera y un huevo saliéndosele pon un lateral, era entre cómica y patética. Superjulio en pijama de rayas, muy clásico y formal. El Pitufo en el sofá, boca abajo, con el calzoncillo largo de franela con botones por detrás. Esa abertura era estratégica, servía para que hiciera sus necesidades sin tener que bajárselos.

Las tres se quedaron paradas, no sabían qué hacer, si despertarlos, si reírse o si ir a por las cámaras para inmortalizar el momento. Primero se rieron, luego irían a por las cámaras y luego los despertarían. Mientras, Jorge ya había bajado y como era previsor llevaba la cámara. En cuanto vio el cuadro empezó a disparar como un poseso desde todos los ángulos posibles. Llenó una tarjeta de 2 Gb en un santiamén.

Poco a poco bajaron algunos más, todos con las cámaras, pues ya habían sido avisados. Se pusieron las botas. Eran colegas pero había muy mala leche, no perdonaron ni un disparo. No tuvieron compasión ninguna, ni por sus amigos ni por su dignidad, que una cosa es la amistad y otra una foto cachonda. Además, se lo pusieron a huevo, y nunca mejor dicho. Como aquellas personas que van por la calle provocando y luego se ponen como una fiera cuando ven que les hacen fotos. Una vez, Albertojendrix se encaró con uno que les dijo de todo, que se cagó en sus putas madres y que les iba a meter la cámara por el culo. Vamos a ver, si alguien está sentado solo en el suelo, en una especie de escalón de un paseo marítimo, con el mar y un pedazo cielo de aquellos que es delito no fotografiar de fondo, de qué se queja. O sea, que nos obligas a hacerte unas fotos y ahora te pones así, ¿de qué vas hombre? le dijeron. La verdad es que un pelín obsesionados sí que estaban. Era un espectáculo verlos en grupo por la ciudad. Veían algo que les llamase la atención y se ponía a fotografiarlo como posesos. La gente los miraba a ellos y a lo que fotografiaban sin entender nada. Si alguno de ellos iba sin cámara sólo veía encuadres y centros de interés. Y más de una vez iban a casa corriendo a coger la cámara y volvían al sitio donde habían visto “algo”.

Para algunos, había dos conceptos que eran totalmente incompatibles: "salir a pasear con la familia" y "hacer fotos". Para la familia si iban a pasear pues eso, iban pasear, tal como indica la frase. Pero claro, si llevaban la cámara y veían algo que les llamase la atención, según la regla nº 1 de la obsesión fotográfica, tenían que hacerle algunas fotos. Entendiendo por algunas todas las que hagan falta hasta que el resultado fuese medianamente satisfactorio. ¿Doscientas? pues doscientas.

A la que llevaban tres o cuatro, no pasaba nada, la familia lo soportaba bien. Al llegar a diez ya empezaban a mirarlos con mala cara y a decir las famosas frases que tanto odian los fotógrafos: pero ¿cuántas fotos llevas ya? ¿te queda mucho? ¿Otra vez vas a fotografiar eso? En lenguaje profano, "eso" es lo que ellos llamaban muy acertadamente el "centro de interés", que por algo se llamaba así, porque tiene interés y hay que fotografiarlo, ¿o no? Era de una lógica aplastante.

A la que ya pasaban de las cincuenta fotos, la cosa empezaba a complicarse. La familia directamente pasaba de ellos y se iba por su lado, lo cual tampoco era tan malo. Aunque lo peor era en casa cuando, orgullosos, les enseñaban las tres fotos que se podían salvar de las doscientas que habían hecho y les decían, ¡para eso tanto rollo! Tener familia para eso, pensaban.

Más de uno pensó formar un grupo de apoyo de "fotógrafos compulsivos anónimos" de esos en los que la gente se sentaba en círculo y uno decía, me llamo fulanito y estoy enganchado a la fotografía, y otros le contestaban, hola, fulanito, te comprendemos.

El caso es que los acribillaron sin compasión. Tantas risas y tanto jaleo logró despertarlos. Somnolientos, resacosos, sin dignidad, lograron ir teniendo consciencia de la realidad. Superjulio fue el primero en reaccionar. Buenos días ¿qué pasa? Tano se rascaba el huevo que le salía por el calzoncillo. El Pitufo se dio media vuelta y sin tener en cuenta la ley de la naturaleza masculina, se puso boca arriba. La trempera matutina que tenía era de consideración, se notaba que el orujo tenía otros efectos secundarios. Las mujeres se quedaron boquiabiertas y admiradas. Más, muchas más fotos. El Jefe reaccionaba muy lentamente, necesitaba su tiempo.

El Pitufo se levantó con toda naturalidad y se fue hacia el baño rascándose el culo. Tano se tapó cuando se dio cuenta que tenía un huevo que se resistía a la dictadura del calzoncillo. Superjulio también se levantó y fue a la habitación. El Jefe ya iba por la tercera fase de vuelta al mundo de los vivos. Durante la noche no había parado de soñar con espectros que querían llevarlo con ellos al inframundo. Se alegró al ver que todavía estaba allí.

5 comentarios:

  1. De nuevo os quiero dar las gracias a todos los que pasáis por aquí a leer este relato. No os imagináis la "vidilla" que me estáis dando.

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  2. Gracias a ti por hacernos pasar cada dia unos minutos agradables con cada nueva entrega.

    Por cierto, has clavado lo de las fotos cuando vas con la parienta o la family :que si:¿ Otra foto ? que si : Pues no sé para qué tanta foto, que si:¿ Ya está bien, no ?, que si: Parece que no vas conmigo, etc,etc. Por eso lo mejor es quedar con gente con tu misma absesión y santas pascuas, todos contentos.

    Un saludo, Jefe.
    Juan Pedro

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  3. Me declaro obseso compulsivo, pero me lo paso de puta madre. Sigo riéndome a mandibula batiente

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  4. jooooder lo que me he reido, en casa me miran y me dicen... de que te ries? a ver como se lo explico, es imposible jajajajajajajajajajaja

    Que nosotros te estamos dando vidilla? Antolín mira la hora que es... 23:57, según mi reloj, he llegado a casa a las 22:40, he cenado y ni me he sentado en sofá, derechito a leer las entradas a repasar la sexta, y a leerme estas dos.

    Así que ya ves, tu nos tienes enganchados

    Un abrazo amigo mio.

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  5. Pues debe de ser mutuo, nosotros te damos vidilla y tú nos das vidilla !!! ;-) De todas maneras gracias por hacernos pasar el rato tan agradable.

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